La Virgen de Tíscar (Quesada)

LA VIRGEN DE TÍSCAR
Hace ya cientos de años que estas tierras fueron evangelizadas por San Isicio, uno
de los Santos Varones Apostólicos. Este Santo traía consigo un presente muy
especial que quiso dejar bien guardado en un paraje muy abrupto y apartado, en una
hermosa gruta escondida cercana a Quesada, para que así, sus seguidores en la fe,
pudieran practicar el cristianismo sin ser perseguidos por los paganos. Se trataba
de una pequeña imagen de la Virgen que había tallado el propio apóstol San
Lucas.

A pesar de todos los intentos por predicar el cristianismo San Isicio no consiguió
su objetivo y muere lapidado donde hoy se encuentra su ermita en la vecina Cazorla,
según algunos, o en Granada, tras asistir al Concilio de Elvira, según otros. A
raíz de este martirio comienza la peregrinación a la gruta.
Pasó mucho tiempo hasta que los musulmanes llegaron a Tíscar y encontraron la
pequeña imagen en la gruta, decidiendo deshacerse de ella tirándola por el barranco.
La imagen, que cayó ladera abajo hasta el fondo, se hizo añicos. Pero a los pocos
días, al visitar la gruta, los musulmanes se dieron cuenta de que la imagen estaba de
nuevo en su lugar.

Extrañados por este suceso, volvieron a repetirlo, lanzando la imagen de la virgen
desde la cueva. Sin embargo, a los pocos días observaron perplejos que la imagen
volvía a estar intacta, como si nada hubiera acaecido, en el mismo sitio.
Los musulmanes seguían arrojando la virgen una y otra vez cuando los cristianos
andaban ya muy cerca de la conquista de Quesada y Tíscar. En el año 1319 los
cristianos se apoderaron de Tíscar, y para evitar que volviera a ocurrir el lamentable
suceso, debido a la amenaza constante que suponía la cercanía de los musulmanes
granadinos, el entonces arzobispo de Toledo decidió trasladar la imagen hasta la
capital del Tajo, y así evitar el peligro.

Sin embargo, para sorpresa de todos, la pequeña imagen de San Lucas vuelve a
aparecer en la cueva de Tíscar. Desde entonces, los cristianos deciden construir un
templo para la Virgen, que se llamaría de Tíscar. Un templo muy cercano a aquel
lugar en el que la pequeña imagen quería estar para siempre.

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