Historia de Gilo y los fantasmas.(Chilluevar)

HISTORIA DE GILO Y LOS FANTASMAS

Gilo era un joven de Chillúevar que trabajaba llevando una recua de burros que
traían yeso desde las cercanas canteras de Peal de Becerro. El muchacho, que ya
rondaba los dieciocho años, tenía una novia que vivía más allá del río Cañamares. Ir
y venir a ver a su novia le costaba más de tres horas de camino, de manera que siempre
andaba con sueño, pues madrugaba mucho para trabajar y además iba y venía
constantemente con sus amoríos.
Así las cosas, su amo vio cómo bajaba el rendimiento en sus viajes a por yeso y
decidió darle un escarmiento. De esta manera ideó una estrategia diciéndole:
– Oye Gilo, me han dicho que por debajo del cortijo dónde vive tu novia salen por la
noche unos fantasmas. ¡Ten cuidado hijo!
Pero Gilo, profundamente enamorado, seguía visitando a su novia sin olvidar el
consejo de su patrón. Una noche, cuando volvía de estos menesteres, al coronar una
pequeña loma vió venir hacia él unas luces y rápidamente se acordó de los fantasmas.
¡Ten cuidado, hijo!, retumbaba la voz de su patrón en su interior una y otra vez.
Sin pensarlo mucho y con el miedo que tenía decidió subirse a lo alto de un pino que
allí había. Asustado como estaba, consiguió llegar a una rama alta y allí se sentó
como pudo temblando de miedo.
¿Qué será esto?- pensaba angustiado. Intentó contar las luces pero no pudo, a
pesar de que cada vez estaban más cerca. Aparecían y desaparecían entre lomas de
olivares. Pronto escuchó las pisadas de aquellos que portaban las antorchas, hasta
que se detuvieron justo debajo de dónde él estaba. ¡ Dios mío! ¡Dios mío!, se repetía
una y otra vez. De repente escuchó como uno de los que llevaban las luces decía:
– Aquí está. ¿quién se sube para bajarlo?.
Gilo, que estaba a punto de desfallecer tuvo fuerzas para decir ¡ No se molesten,
que ya bajo yo! Pero entonces el susto no fue para él, sino para los del cortejo de
luces. Eran el juez, el secretario del juzgado y otros que los acompañaban para
recoger el cadáver de un hombre que se había ahorcado en el mismo pino que Gilo
estaba.

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