Ruinas Iglesia de Santa María

La falta de documentación existente sobre la construcción de la Iglesia de Santa Maria de Cazorla, debido a la desaparicion de sus libros de fábrica y a la ausencia de otras fuentes escritas, ha hecho que desde un primer momento, este hermoso templo haya sido adjudicado a la traza y mano de Andrés de Vandelvira.

Las monografías realizadas sobre el insigne arquitecto han incluido dentro de su obra numerosas construcciones, que a falta de documentación expresa, se le han atribuido. Este “monopolio” arquitectónico y creativo ha ensombrecido a otros canteros y arquitectos, incluso obras de maestros de cronología posterior han sido denominados potsvandelvirianos. El doctor D. Pedro Galera Andréu en su obra “Arquitectura y Arquitectos en Jaén a fines del S. XVI”, ha puesto de manifiesto la necesidad de valorar la innovaciones arquitectónicas, técnicas y estéticas de estos arquitectos y canteros. La influencia italiana a partir de la mitad del S. XVI en España y mas concretamente en Andalucía, será un hecho constatado e incluso, como dice el profesor Galera, el propio Vandelvira experimentará ese decisivo impulso. Quizás, por tanto, encontremos en otros arquitectos de la segunda mitad del S. XVI la continuidad técnica del maestro de Alcaraz, pero posiblemente también una renovación del lenguaje arquitectónico.

El clasicismo del S. XVI, no es la ruptura inmediata con los oficios y ornatos del plateresco, por lo menos en Andalucía, más bien es la maduración de las influencias italianas inspiradas en Serlio, Vignola o Palladio, con algunas tradiciones de la arquitectura de finales del S. XV. Los ideales de la filantropía y el mecenazgo representadas en el emperador Carlos I y posteriormente en la aristocracia cortesana, propician el desarrollo de un nuevo concepto arquitectónico basado en los modelos venidos de Italia.
La procedencia de Úbeda de D. Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I, promueven desde un momento temprano la presencia de arquitectos y maestros de obras que son contratados por estos personajes influyentes para la realización de sus palacios. Posteriormente se dedicarán a otras edificaciones de profundo significado propagandístico de su prestigio, como iglesias, hospitales, pósitos, fuentes…etc.

Este mecenazgo será extensivo a todos los miembros de estas familias, perpetuando la actividad constructiva.
La precaución política del emperador a su llegada a España, hace que los puestos de mayor responsabilidad no recaigan sobre la alta aristocracia cortesana. Carlos I elige para estos puestos de consejeros y secretarios de su administración estatal, a personajes de la nobleza baja e incluso perteneciente a familias que como único mérito tienen la total fidelidad al monarca. Entre éstos se encuentra Francisco de los Cobos que alcanzará uno de los puestos de mayor relevancia en la intrincada corte imperial. La ambición no está reñida con la eficacia y será el caso de nuestro secretario, no sólo ambicionara rango social a través de la consecución de títulos nobiliarios, sino económico y patrimonial basado en la compra o concesión de tierras y posesiones, a ser posible en aquellos lugares de donde procede. Francisco de los Cobos era propietario de pequeñas villas en el entorno de Úbeda, como Sabiote, Torres o Canena, sin embargo su ambición no quedará satisfecha hasta que consiga del propio emperador, las tierras que divisaba desde su ciudad hacia el sur. Nos referimos al Adelantamiento del Arzobispado de Toledo en Cazorla, que ocupaba un amplio territorio. Hecho éste que conseguirá, además con carácter sucesorio a lo que la iglesia de Toledo se opondrá desde el primer momento.

Las tierras del Adelantamiento y Cazorla a su cabeza, eran el reflejo de lo que había supuesto la conquista cristiana de los territorios musulmanes. Eran lugares poco urbanizados con edificaciones pobres en torno a un castillo y con una población dedicada de lleno a labores agrícolas, ganaderas y de aprovechamientos forestales. La población no era demasiado numerosa y contaba con algunas aldeas y cortijadas. Las comunicaciones eran malas por la pérdida de importancia estratégica acabada la guerra con Granada. Sin embargo, estas tierras tenían un interés económico y social para el secretario del emperador. Una vez que las tierras del arzobispado de Toledo fueron propiedad de Francisco de los Cobos, éste atisbo las carencias primordiales de la villa de Cazorla. Entre éstas figuraba, posiblemente la remodelación del urbanismo medieval y a la cabeza un gran templo eclesiástico. Tenía medios económicos y técnicos para ello. Contaba con la presencia de los mejores ingenieros, arquitectos y constructores del reino que por estas fechas estaban trabajando en proyectos bajo su mecenazgo o el de su familia.

 

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Dice D. Fernando Chueca Goitia, que Andrés de Vandelvira fue un hombre afortunado por estar en el sitio y momento precisos. Úbeda, por circunstancias de la historia, se convertirá en un centro de poder en la 1ª mitad del S. XVI, gracias a familias como la de los Cobos o Molina, auténticos precursores del arte y la arquitectura renacentista. Por tanto, no es de extrañar, que por nuestras tierras aparecieran importantes canteros y arquitectos que trazaron muchos de los edificios emblemáticos de nuestras ciudades. Entre ellos destacamos a Diego de Siloe, Andrés de Vandelvira, Francisco del Castillo, Villalpando o Alonso Barba.
El proyecto de reforma urbana de Cazorla y de construcción del templo de Santa Maria, partió probablemente del propio D. Francisco de los Cobos ya que era una obra de gran envergadura, sin embargo no sabemos si se inicio en vida del secretario del emperador. El 10 de mayo de 1547 muere en Úbeda sin ver finalizada la capilla del Salvador.

Desconocemos si el proyecto se desarrolló en su totalidad a lo largo del S. XVI, aunque la bóveda del río debió de cerrarse mucho antes de las fechas esculpidas en los muros de Santa Maria (1580-83-89). Para esta edificación era necesario solventar el problema de incomunicación de las dos márgenes del río, para lo cual se emprende la obra de construcción de la impresionante bóveda que lo cubre, permitiendo diseñar un extenso espacio planificado urbanisticamente, donde se colocarían las nuevas dependencias publicas presididas por un gran templo. La bóveda es de medio cañón, muy compacta y se adapta a los desniveles del río en todo el trazado de la plaza que se nivela con tierra.Las referencias cronológicas de la iglesia de Santa Maria son bastantes posteriores a la muerte del secretario del emperador e incluso a la de Vandelvira. No sabemos si se terminó Santa Maria, ni tan siquiera si se cerró del todo debido a las vicisitudes de su construcción. De un lado las características constructivas derivadas del lugar donde se levanta: desamparada ante desprendimientos y escorrentías de la ladera este de la sierra (tenemos documentado que esta fue una de las causas de la destrucción de Santa Maria), y el constante riesgo ante las temidas “avenidas” de agua del río de Cazorla que taponaban la estrecha entrada sur de la bóveda. De otro, los condicionantes políticos heredados por el pleito entre la casa de Camarasa y el arzobispado de Toledo que finalizarán en los primeros años del S. XVII, volviendo las tierras del adelantamiento de nuevo a poder de la iglesia toledana.

La Iglesia se diseña en la parte sur, sobre la bóveda que cubre al río y presidiendo la nueva plaza. Los muros del este están cortados sobre la roca del propio cerro, sobre los que se levantaran los paramentos superiores. Presenta planta rectangular de una sola nave, crucero insinuado y presbiterio poco profundo y plano cubierto con bóveda de medio cañón con casetones. A los pies, dos torres de la que solo quedan restos bien conservados de una. Esta torre contiene en su interior un amplio espacio rectangular con un pequeño altar empotrado en el muro y pila para el agua bendita. Está coronada con una bóveda semiesférica de bella factura pero de mal material al emplearse “toba”. Las decoraciones forman guirnaldas y se conservan cuatro pequeñas esculturas fantásticas en las esquinas de los arranques de las pechinas que sostienen la bóveda. En el intrados del arco de acceso a esta capilla esta esculpido un bajo relieve representando el bautismo de Cristo. A esta capilla se le conoce como de los Camarasa o el batipterio. Al lado de esta torre y adosada a ella se ubica la escalera de caracol de acceso a la parte superior de la torre, de diseño helicoidal y con un descuadrado acceso solucionado de manera bastante ingeniosa.

Actualmente en el interior del templo solo se conservan los arranques de los enormes pilares y algunos paramentos desnudos. Mejor conservados quedan los espacios del altar con la sacristía bastante remodelada y una escalera de caracol de soporte central que sube hasta las bóvedas; enfrente, la denominada capilla de San Cristobalón de dimensiones pequeñas y con uno de sus paramentos cortado a pico sobre la roca caliza del cerro. Esta pequeña estancia presenta los únicos ejemplos de pintura al fresco del templo entre los que destacamos una representación del “Sueño de Jacob”. El mal estado de las pinturas dificultan su interpretación, aunque resaltamos otras escenas y representaciones figurativas de las que sobresale una imagen de varón vestido a la usanza del S. XVI, sosteniendo unos panes y con una banda inscrita donde se puede leer “..señor de los panes..”.

La capilla esta coronada por una bóveda baida simulando un doble círculo y cuatro mensulas entre ellos. La bóveda debió de estar pintada en su totalidad. Las bellas ruinas de santa Maria de Cazorla y los elementos decorativos que aun se conservan, hicieron que D. Fernando Chueca en su obra sobre Vandelvira la incluyera como obra indiscutible del maestro. De esta misma opinión han sido insignes historiadores locales como Lorenzo Polaino. Sólo en la publicación del profesor Galera del año 1982 se plantean dudas sobre la autoría del maestro ante la falta de documentación. En la obra la “Arquitectura del Renacimiento en Andalucía. Andrés de Vandelvira y su época.” Publicado por la Junta de Andalucía en 1992, Santa Maria de Cazorla se obvia explícitamente como obra de Vandelvira aunque en ningún momento se niegue su autoría.

A partir de 1996 comenzamos los trabajos de documentación de las ruinas de Santa Maria de Cazorla. En el año 2001 se concede a la Asociación Montesión de amigos del patrimonio de Cazorla, subvención de la Consejeria de Cultura a través de los programas de Voluntariado Cultural, para la Limpieza y Documentación de Santa Maria. Nos permitió acceder a determinados lugares del templo que hasta ese momento no habíamos documentado. Entre estos, procedimos a la limpieza frontal de la torre, más concretamente a la portada que mira al norte. Después de documentar la magnifica portada en torno a la hornacina y coronada por encima del frontón por dos imágenes representando a la Fortaleza y a la Justicia, nos detuvimos en dos cartelas elípticas, una a cada lado de la hornacina, colgadas del cuello de dos ángeles en las que se podía leer:» SLOAN» a la izquierda y «BARA«en la derecha. Estas características inscripciones acrósticas, tan frecuentes en el S. XVI, tenían una fácil transcripción: ALONSO BARBA. Este nombre nos evoca al discípulo predilecto de Andrés de Vandelvira, continuador de las obras de la Catedral de Jaén y veedor de las de Baeza. Como el propio Vandelvira nos dice en su testamento el 16 de abril de 1575“…hago saber al Ilrmo señor obispo de Jaén y a los muy Il sr Deán y Cabildo de la Santa Iglesia que la persona de que yo tengo mas satisfacción que podrá hacer la diha obra y proseguirla y acabarla como de suso se contiene es alº barba el cual a veinte años y mas que en mi compañía a entendido y entiende en la dicha obra y con el tengo mucho comunicado los secretos de la dha obra y le dexo el modelo della y concurriendo en su persona como concurren la dhas calidades mexor en él qe en otro estará la dha maestría decláralo por descargo de mi conciencia…”.( tomado de Vandelvira. Fernando Chueca. La referencia original es de la Revista de “Don Lope de Sosa”.)

Llegados a este punto nos hacemos las preguntas pertinentes de interés general para Cazorla. ¿Fue Alonso Barba quien diseñó y trazó la iglesia de Santa Maria? ¿Por qué esculpió en la fachada de la torre el acróstico de su nombre? ¿Pudo ser diseño de Vandelvira y continuado por su discípulo favorito? Resulta difícil contestar a todos estos interrogantes, haciendo mas apasionante la historia constructiva de nuestra iglesia renacentista.
Alonso Barba es el continuador de las obras de la Catedral de Jaén después de la muerte de Andrés de Vandelvira (década de los 70 del S. XVI). La parada que sufrirá la construcción del templo catedralicio en años venideros, permitirá a este maestro dedicarse a otras obras por toda la provincia e incluso fuera de ella. La biografía de Alonso Barba está por hacer, no obstante para aquellos que quieran saber de su vida les aconsejo la obra del doctor Pedro Galera “La arquitectura y arquitectos en Jaén a finales del S. XVI”. Será por tanto en esta publicación en la que nos basemos, para intentar discernir elementos arquitectónicos característicos de este maestro que estén incorporados en Santa Maria.
Como ya hemos comentado, la planta de nuestra iglesia es rectangular con una gran nave central y crucero de grandes proporciones, aunque no simétrico ante las especiales condiciones constructivas de Santa Maria (se esculpe la roca del cerro para cuadrar la planta, alcanzando una altura de 4m en los paramentos del este del crucero).La parte oriental del mismo se divide en dos capillas cubiertas con bóveda de medio cañón y en sus tímpanos unas coquetas ventanas «aveneradas«.D. Fernando Chueca, en su obra sobre Vandelvira, ya observó este último detalle del crucero en otra iglesia de Úbeda, San Isidoro. Curiosamente donde se tiene documentada la presencia y el trabajo de Alonso Barba, aunque no se sepa si la traza es suya.

De los interiores de Santa Maria poco podemos decir a tenor de lo que se conserva, por tanto tendremos que referirnos a detalles arquitectónicos más que al grueso de obra. El presbiterio de Santa Maria es poco profundo y de forma rectangular cubierto con bóveda de medio cañón con casetones. Elemento este muy recurrente de los arquitectos de finales del S. XVI para evitar los “ochavos” o medias bóvedas en las cabeceras. Este elemento es muy usado también por Barba en otras construcciones como la citada de San Isidoro.
Según el profesor Galera, las iglesias de soportes aislados (columnas y pilares) están mas decoradas al interior y exterior, siendo las de planta de “cajón” o rectangulares más sobrias. Aunque Santa Maria de Cazorla es de planta rectangular de una nave, sus pretensiones tienden hacia la planta basilical, por tamaño y disposición. De ahí que la decoración interior, se vea embellecida por las magnificas pilastras de orden romano y por pilares con columnas adosadas de orden corintio, fuste acanalado y mascarones en sus capiteles. Sin olvidarnos de los detalles escultóricos que aún se conservan sobre la pared del presbiterio. Esta libertad decorativa nos recuerda a Vandelvira pero también al Alonso Barba de finales del S. XVI, que va abandonando la rigidez clasicista puesta de manifiesto en la Catedral de Jaén, por un regusto decorativo escultórico apuntado en San Isidoro y que podría culminar en Santa Maria de Cazorla.

En Santa María resaltan los detalles estéticos y escultóricos de sus relieves. En el interior se representan mascarones, bestiarios y animales fantásticos en capiteles o en las pechinas de las bóvedas. En las portadas exteriores encontramos un perfecto orden en la utilización de elementos cristianizados por el renacimiento español, sustituyendo los anteriores por imágenes alegóricas de las virtudes teologales, ángeles y querubines que inundan la composición. Estas dos tendencias, la primera más cercana al plateresco y la segunda más de acuerdo con el clasicismo de Siloe, podrían responder a dos trazas arquitectónicas en Santa María, por lo tanto a dos arquitectos. Históricamente podría haberse dado esta situación si tenemos en cuenta que a la muerte de Francisco de los Cobos, muchas de las obras iniciadas debieron sufrir retrasos o interrupciones. Tiempo después con el empuje de doña María de Mendoza, viuda del difunto secretario, se reinician las obras del Salvador y suponemos que algún tiempo más, tardaría su hijo Diego de los Cobos y Mendoza, Marques de Camarasa y adelantado de Cazorla, en continuar la construcción de Santa María. Si tenemos en cuenta que Alonso Barba retomará algunas de las obras inacabadas del maestro Vandelvira, esta hipótesis del doble arquitecto tendría validez. De otro lado pudiera darse la situación de que el proyecto fuera producido por D. Diego de los Cobos y encargado a Barba una vez que éste ya era maestro de obras en la catedral de Jaén. Por estas fechas de finales de los setenta y principios de los ochenta del S. XVI, sabemos que se encuentra trabajando en Pegalajar, Mengibar o Baeza.

La precaria situación de Santa Maria apenas si nos permite algo más que presentar testimonio de lo conservado. Podemos intuir la presencia de las bovedas, quizás con una más grande semiesférica en el crucero, deducido de los restos de los arcos de volteo que aun se conservan. Del resto de la nave, si se acabó, es difícil imaginar su cubierta, autores como Ramiro Moya las representan como semiesféricas. Pudiera tener razón debido a que es una obra nueva, de esta manera se aligeraría el peso sobre la bóveda del cauce del río más que si fuera una cubierta de medio cañón. Lo que llama la atención al observador de Santa Maria es el interesante diseño decorativo de la torre oeste a los pies del templo. No es una torre cualquiera. La construcción de Santa Maria sobre el cauce del río, obliga a la obra a ajustarse al curso del agua, provocando que la iglesia quede desplazada del eje principal de la plaza y que sea su torre oeste la que esté centrada en la misma. En la traza de la iglesia, las torres sobresalían de la línea de de la portada que quedaba enmarcada entre ambas. Tanto sobresalían que permitieron el diseño de hornacinas laterales en los paramentos de las mismas. Debemos imaginarnos la fachada principal de Santa Maria de una gran riqueza decorativa, con las hornacinas decoradas de sus torres y las ventanas de sus capillas interiores. En el centro la gran portada de arco de medio punto con hornacinas entre pilares.

Sólo es comparable con esta riqueza decorativa la fachada oeste del templo o como dice el profesor Chueca la del lado de la epístola. Nos la define de un estilo severo y representando dos figuras femeninas sobre las enjutas y con pilastras dobles. Efectivamente esta portada es de líneas muy clásicas, es un gran arco de triunfo entre pilastras dobles y entre estas unas pequeñas hornacinas. En las enjutas dos figuras masculinas aladas de fina traza. En la clave del arco de medio punto un querubín sosteniendo una cartela con la fecha de 1589. Por ultimo, nos queda describir el elemento escultórico y ornamental más sobresaliente de lo restos de Santa Maria. Nos referimos a la hornacina portada de la torre oeste, donde se encuentra esculpidos los acrósticos que han dado lugar a este breve estudio.
La hornacina-portada esta “avenerada”, entre pilastras sobre un entablamento sostenido por mensulas. El orden es dórico con un friso desarrollando triglifos en forma de ménsulas y las metopas están sustituidas por bucraneos (cabezas de toro). El arquitrabe es liso sólo desarrollándose las golas de los triglifos. El frontón está partido y de él se eleva un espectacular jarrón serliano. Sobre cada lado del frontón descansa una alegoría (izquierda la Justicia; derecha la fortaleza) siguiendo una disposición tradicional desde Miguel Ángel y bien acogida en el renacimiento español.

Hasta este momento la disposición de la portada responde a un purismo clasicista si no fuera por los elementos que quedan por describir y que se desarrollan en las enjutas entorno a la hornacina. Es una composición cerrada, con tres figuras de ángeles, uno por encima de la clave del que parten unas cintas a traves de dos argollas sosteniendo a los otros dos querubines, y sobre éstos cuelgan dos cartelas elípticas para acabar con dos borlas de frutas y flores a cada uno de los lados. Toda esta composición de una gran simetría y belleza, merecería que el autor firmara la obra. Algo que parece ocurrir. Sin embargo esto no es frecuente entre los artistas del S.XVI. Suelen aparecer en los Libros de Fábrica o en los de contabilidad, relacionados los pagos por la obra realizada. En pocas ocasiones encontramos en lugares tan destacados el nombre del autor aunque sea en transcripción acróstica. Muy satisfechos debieron estar los patrocinadores de la obra y el propio autor para que esto sucediera.

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Suponiendo que esto no fuera un atrevimiento del maestro y que lo hiciera con desconocimiento de los que sufragaban la obra. Aspecto este último que descartamos teniendo en cuenta la estructura social de la época.
Alonso Barba, esta profundamente necesitado de un estudio por parte de los especialistas. La obra a la que contribuyera en nuestro templo, es lo bastante importante como para que su nombre no sea un simple apéndice de Vandelvira. Obras como la Iglesia de Pegalajar, Mengibar, Castillo de Locubín…etc, y ahora Santa María de Cazorla, deben plantear la revisión de muchos templos aún anónimos y que han sido designados como realizaciones exclusivas del maestro de Alcaraz.

• Esta breve reseña sobre Santa Maria de Cazorla no se hubiera logrado sin la colaboración de compañeros y amigos interesados por el patrimonio de su pueblo. Desde aquí dejo constancia de mi agradecimiento a: Josefina Jurado Garrido, Marieta Jurado Garrido, Manuel Fernández López, Julio Cano, Jacobo Gálvez, Juan Ruiz, Juan Benavente, Miguel del Moral, Alfredo (MRW) y a todos los miembros de la Asociación Montesión de Amigos del Patrimonio de Cazorla.

Texto: José María Crespo – Arqueólogo y Profesor I.E.S. Sierra de Quesada

Plaza de Santa Maria S/N
23470, Cazorla